jueves, 12 de febrero de 2009

miedo


Hoy hablaré de los miedos, sí, esos miedos que yo, personalmente siento y que quizás muchos más los sientan también.

Le temo a los vivos, le temo a los muertos. Le temo al día y le temo a la noche. Le temo a la gente tanto como a los animales . . . le temo a las cosas más superficiales, y me temo a mí.

Le temo a los vivos que no son capaces de controlarse, que son inconscientes del daño el cual podrían causar, les temo porque no sé de que son capaces con tal de conseguir lo que quieren. Les temo porque saben que les temo, les temo porque destruyen vidas como si les pertenecieran, y si son capaces de eso, ¿porqué no serían capaces de hacernos lo mismo simplemente por. . . LUCRO?

Le temo a los muertos porque no los veo, les temo porque no sé si existen. Les temo porque si existieran no hay nada que hacer para controlarlos. Les temo porque el mundo me ha enseñado a temerles, les temo porque no encuentro forma de dejar de temerles. . .

Le temo al día porque no sé que ocurrirá en el transcurso de este, le temo porque sé que en el mundo que estamos no lo valoramos. Porque sé que si alguien quiere hacerte daño, no esperará hasta la noche para hacerlo.

Le temo a la noche porque es oscura, porque en esta ciudad  contaminada no podemos ver más que un cielo grisáceo. Le temo porque se ha convertido en el sinónimo de peligro. Porque la gente espera a esa hora para hacer las locuras más inconscientes, porque a esa hora hay más alcohol en su sangre. Porque a esa hora gente inocente muere por el descontrol de los demás.

Le temo a los animales, a los insectos . . esos que sabes que aunque su tamaño sea diminuto, te pueda matar.

Me temo a mi, porque sé que muchas veces no me controlo y me daño y daño a los demás, porque si he cambiado ha sido por mi cuenta y porque si quisiera hacerlo de nuevo también lo haría. Porque sé que pretendo saberlo todo y no sé nada. Porque sé que mi vida está en mis manos y que debo cuidarla, porque al más mínimo movimiento erróneo quizás todo pueda acabar. Me temo porque no sé si soy lo suficientemente fuerte para superar todas las pruebas de la vida. Me temo porque mi mente es débil y mi cuerpo es frágil.

Me temo y temo por dejar de vivir. Siempre ha sido mi miedo desde pequeña. Soy tan feliz, que temo algún día perder mi felicidad. Creo que finalmente . . . le temo a todo. Pero el miedo no me impide dejar de vivir…

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